El niño que se encuentra con el Padre no por mandato sino por interés propio, se deja involucrar en sus historias, y parece reconocer su sabiduría, y al mismo tiempo sentir algo de lástima por él. Vemos cómo deja de ser una carga para quienes estuvieron más cercanos a él en sus últimos días; de forma aún más evidente el niño quien representa la fe de las nuevas generaciones en la iglesia: "Me parecía extraño que ni el día ni yo nos sintiéramos apesadumbrados, e incluso me molestó descubrir en mí una sensación de libertad, como si su muerte me liberara de algo."
Sábado 1 de marzo
Los dublineces, James Joyce
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